10 de septiembre de 2011

Mis cansados ojos...



       Mis ojos cansados intentaban descifrar con lentitud cada una de las palabras presentes en aquellos renglones. Sin embargo, todo intento fue en vano porque, aunque mi cuerpo estaba actuando mecánicamente, las lineas parecían vibrar al igual que las cuerdas de una guitarra eléctrica en manos de una artista profesional. Había leído con dificultad aquella misma frase en innumerables ocasiones, casi me la sabía de memoria ("Encantada con la oportunidad de vestir sobriamente, liberé mis cabellos de los estúpidos pasadores..."), pero no comprendía en absoluto su significado. Mi mente estaba en otra parte, en una dimensión paralela totalmente ajena a la realidad, en el caótico mundo de los sentimientos. Sentimientos que era incapaz de explicar porque nunca había sentido con tanta intensidad. Dado que concentrarme en la lectura me resultó imposible, frustrada, cerré el libro con rabia y decidí acabar de una vez por todas con aquella agonía. Recosté mi cabeza sobre la almohada y dejé que el sueño y el cansancio acumulado de días anteriores se apoderara de mi cuerpo, y que el olvido y la indiferencia aplastaran momentaneamente mis miedos e inseguridades haciendo que mi mente se llenara completamente de un falso y engañoso vacío.

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