30 de enero de 2012

Olvido ...

        Imposible. Los recuerdos no se borran. Son sombras del pasado que nunca desaparecen; fantasmas que nos persiguen hasta los mismísimos infiernos. Espinas clavadas en un corazón supurante y cicatrices que permanecen grabadas, deseosas de volver a abrirse. Entonces, ¿cuál es el antídoto ante este mortífero veneno? 
       
        Ahora, con rotunda seguridad (ya que en su día tenía mis dudas) puedo afirmar que el tiempo todo lo cura y que no se trata de dejar de recordar (porque es imposible mirar hacia el futuro sin echar la vista atrás), sino de recordar sin que duela. 

      Yo, que no soy más que una burda personificación del pesimismo más puro, lo he logrado. Y ahora, que no queda más que vacío, sólo puedo sentir lástima, y no precisamente por mí misma. Lástima y, quizás, algo de nostalgia por lo vivido, lo sentido, por lo que no fue, y por lo que nunca será.

29 de enero de 2012

Tic-Tac





            Después de haber estado metida prácticamente un mes en la biblioteca, sin apenas ver la luz del Sol, viviendo a base de comida basura y de bebidas energéticas, ha llegado el momento de actualizarse. Ya han pasado 29 días desde que empezamos el año, pero para mí ha sido como si el tic-tac del reloj se hubiera detenido sin apenas percatarme de ello. ¿Cómo es posible perder la noción del tiempo de esta forma? Días, horas, minutos y segundos se han esfumado de mis manos sin apenas saborearlos y, lo que es aún peor, han trastocado por completo mi forma de percibir su paso hasta el punto de dejarme totalemente desoriendada y desconcertada. Y es que los saltos en el tiempo y en el espacio son sólo propios de películas de ficción como la de Origen. Pero, quizás, lo que resulte más irónico de todo esto es que las dichosas manecillas avanzan y se detienen, a placer, cuando menos lo deseamos.