30 de enero de 2012

Olvido ...

        Imposible. Los recuerdos no se borran. Son sombras del pasado que nunca desaparecen; fantasmas que nos persiguen hasta los mismísimos infiernos. Espinas clavadas en un corazón supurante y cicatrices que permanecen grabadas, deseosas de volver a abrirse. Entonces, ¿cuál es el antídoto ante este mortífero veneno? 
       
        Ahora, con rotunda seguridad (ya que en su día tenía mis dudas) puedo afirmar que el tiempo todo lo cura y que no se trata de dejar de recordar (porque es imposible mirar hacia el futuro sin echar la vista atrás), sino de recordar sin que duela. 

      Yo, que no soy más que una burda personificación del pesimismo más puro, lo he logrado. Y ahora, que no queda más que vacío, sólo puedo sentir lástima, y no precisamente por mí misma. Lástima y, quizás, algo de nostalgia por lo vivido, lo sentido, por lo que no fue, y por lo que nunca será.

No hay comentarios:

Publicar un comentario