28 de agosto de 2011

Como David de Miguel Ángel ...


         Sí, deseo enfadarme contigo, pero después de todo, no puedo. Y es que por mucho que lo intente, cierro los ojos y visualizo tu figura gélida cuan témpano de hielo, inmóvil, pétrea como escultura de mármol que ha nacido para ser admirada, ajena a todo lo que la rodea, pero, al mismo tiempo, frágil y angelical. Entonces, esa imagen se apodera de la parte de mi alma que es capaz de odiar, arrastrando consigo todo atisbo de rabia. Me desvanezco, quedando bajo el embrujo de la paz y la tranquilidad que desprende tu ser.

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